2019-05-09

Yary Cherry

Querido Yary Cherry:

Hace más de 10 años que he estado cerca de ti, un valor de tiempo equivalente al 25% de mi vida.

Te conocí un día de diciembre, estabas sentada frente a un monitor. Recuerdo que colgabas, es decir terminabas una llamada en tu Motorola luego de una llamada con tu hermana, yo me preparaba un café.

- ¿Y tú quién eres? Te pregunté. Ese día era un sábado de diciembre, yo estaba ahí por alguna razón, no la recuerdo. Tú estabas ahí para pagar los días que tomarías como descanso en la semana de navidad.
- ¿Quién eres tú? Contestaste. Tu tono era altivo, desafiante. No me tenías miedo. Eso, de alguna manera, me ató a ti.

- Yo soy Pável ¿Quién eres tú? Insistí.
- Soy Jareth.

Así empezó esta historia. Nadie nos presentó. Simplemente nos encontramos. Dos seres solitarios se unieron sus historias ahí, no era el lugar más bello, pues era Lerma.

Recuerdo mucho tu sonrisa, una cosa hecha de diente enormes y mucha, mucha luz. Una cosa que como miel a las abejas, nos atrae a todos, nos enamora.

Terminé mi café, agité el contenido de ese vaso de papel con una cuchara de plástico. Lo bebí y me fui. Llevaba conmigo tu nombre, no necesitaba más.

Yo no era el único que había visto tu sonrisa. Muchos más la notamos y uno de los que se enamoró de ella, era amigo mío. Decidí no acercarme a ti porque no quería problemas con él. Esa decisión no me mantendría lejos de ti por mucho tiempo, pero para entonces no lo sabía.

Un día, lo recuerdo bien. Pasé cerca de la puerta que llevaba a la salida de la empresa en que ambos trabajábamos. Te vi, junto a ti una maleta.

Yo no sabría hasta después, que irías a la casa de tu padres en Puebla, a celebrar tu cumpleaños. Era enero y estabas impaciente.

- ¿Qué haces?. Te pregunté.
- Espero a alguien, pero él no aparece y me urge ir a la central de autobuses ¿me llevas?
- Sí. Contesté.

Eso, no fue sino el primero de muchos viajes que emprenderíamos. El más corto de todos sin dudas. Todos los viajes, años después, empezarían de la misma manera: Tú preguntando si me parecía bien ir a un lugar y yo contestando que sí.

Caminamos a mi auto, el más pequeño de todos los autos que hemos tenido. Un Chevy Azul del año 2000, creo.

En el camino escuchamos una canción de rap, me presumiste que esa canción apareció en una película que viste en Los Angeles, y que los negros la cantaban mientras la película se proyectaba. La canción era "Lose yourself" de Eminem. Juntos la cantamos o algo así, no sé. Sólo sé que que querías ir a la estación de autobuses y que me salí del trabajo para llevarte. No sé que día era, sólo que era un viernes de enero, un viernes de un enero del 2007 y que yo tenía 27 años.

Tu sonrisa iluminó la totalidad de ese pequeño auto. De alguna manero iluminó mi corazón también. Luego de un rato me dijiste:

- Tú y yo haríamos muchas locuras juntos.

Yo pensé que sí, para ti, no fue no más que una frase que dijiste sin pensar, para mí, fue la razón por la que ahora estoy escribiendo.

"Tú y yo", ese fue el inicio de la frase, que para bien, o para mal, nos unió.

Luego de dejarte en la estación de autobuses regresé a mi lugar de trabajo, te escribí un correo electrónico para desearte un feliz cumpleaños. Algunos días después contestarías con un "gracias". En el mismo correo te invitaría a salir para celebrar, luego aceptarías.

Fuimos a un lugar, que ahora no existe, en esa calle tan importante de Toluca conocida como Morelos. Tomamos cervezas y cantamos "Lamento Boliviano". Era un Karaoke.

Nos besamos.

Los besos eran bellos, pero me mordías. Tus mordidas me dolían. Tú no dejabas de morderme, yo no dejaba de besarte.

No sé que pasó.

Sólo sé que después de ese día seríamos inesperables, o al menos eso pensaba.

El tiempo pasó y con el se acercó el 14 de febrero. Me enviaste un MSM que decía algo así como "¿ya ves cómo tienes novia? Es 14 de Febrero y no me has escritó".

Te contesté que, de querer, te vería ese día en la tarde, luego del trabajo. Así lo hicimos.

Tú mirabas impaciente, como siempre, la llegada de mi amigo, quién sin duda, iría a verte para regalarte flores. Eso me incomodó, así que te dije: - Vayámonos de aquí, no quiero problemas. Dijiste, sí.

Nos fuimos a mi casa. Ahí pasaríamos nuestra primera noche juntos, en una litera. Tú arriba, yo abajo. No sé si eso fue una especie de metáfora de lo que sería nuestra vida, pero se le parece.

Me dijiste que si esa noche no nos hacíamos novios me olvidara de ti. Naturalmente te pregunté:

- ¿quieres ser mi novia?
- Déjame pensarlo.

Te miré con cara de confusión. Dijiste "sí". Y ambos no reímos.

Miles de cosas pasaron después. Empezamos a vivir juntos. Yo pienso que nunca fuimos novios, siempre fuimos algo más. Siempre fuimos esposos, según yo.

Miles de cosas pasaron después. Algunas nos unieron, otras nos separaron, otras volvieron a unirnos y aquí estamos. Diez años después, nos seguimos amando, nos seguimos odiando y nos seguimos tolerando.

Aún hoy amo tu olor, lo suavecito de tus manos y esos dientes gigantescos que no hacen otra cosa que sonreír.

Hemos visitado tantos lugares, hemos pasado por tanto. Hemos reído hasta que nos duele la panza. Hemos llorado también mucho.

Te confieso que no hay nada en mi vida que cambiaría, con excepción de uno: el día que te hice llorar.

Pedirte perdón, nunca será suficiente. Escribo esta carta para decirte dos palabras. Las diré al final.

Si pudiera regresar el tiempo, no regresaría a ese día en que sufrí más. No iría a ningún lugar más que a aquel en que te hice llorar. Lo cambiaría para que no existiera. Lo siento, lo siento mucho, perdóname... te amo.

Hoy años después, seguimos juntos. Nos tomamos de la mano y caminamos. Seguimos riendo y llorando juntos. Seguimos haciendo esa rutina en que me dices "¿vamos a...?" y yo sigo contestando "Sí".

Hoy, eres más hermosa y lista que nunca. Hoy brillas fuerte y bonita. Hoy quiero decirte que no hay nada que me guste presumir más que caminar de la mano de ti.

El día de hoy, preparar tu desayuno es la razón primaría de mi existencia. Verte regresar del trabajo o tus viajes es la única razón por la que me mantengo vivo. Créelo o no.

He visitado muchos lugares, he estado en lugares fríos y distantes, en lugares hermosos y con personas fascinantes, he comido los platos más ricos y he reído en compañía de gente extraordinaria. De todos los lugares y personas que he conocido, de todos los sabores y olores que me han hecho feliz, de todas las texturas y todos los colores, no hay nadie ni nada, tan bello y perfecto como tú.

Amo tu forma de ser. Amo que seas la persona más regañona que he conocido, amo que te saques los mocos a la menor provocación, amo tus frases inconclusas. Amo tu ternura, tus ganas de ayudar a los demás, tu forma tan terca de ser y sobre todo, tu sonrisa. NO TIENES QUE CAMBIAR NADA DE TI. Eres perfecta así como eres. Eres una mujer temerosa pero arriesgada, a veces miedosa pero aventurera, ecuánime, pero a veces loca. Eres tosca pero noble y tierna. Eres pegalona, pero el ser más dulce que ha habido. Eres la mejor amiga sin amigos, la niña más solitaria que ha habido, pero también la que más ha amado a los que la acompañan. Yo creo en ti, yo confío en ti y sé, sin dudas, que llegarás a donde quieres. Sé que estarás en España caminando y destruyendo a los demonios que viven en ti. Sé que sonreirás sin parar y que la gente que se tope en tu camino luego de alcanzar tu plenitud, no podrán olvidarte.

No puedo dejar de llorar mientras escribo esto. No puedo dejar de pensar en tus ojos, en tus dedos flacos, en tu panza y en ti.

Me duele pensar en ti llorando. Me duele ser torpe y hacerte enojar, me duele ser tonto y hacerte llorar. Lo siento mucho.

Pero no hay nada más bello que esas mañanas, días, tardes y noches que hemos caminado juntos en la playa. No haya nada más hermoso que esos días corriendo en los parques y en las montañas. Porque en todos esos recuerdos estás tú.

Yary, Yary Cherry, la más hermosa de todas las Yarys y de las Cherrys. Te amo. Más que a nadie, más que a nada. Más que a todos y más que a ninguno, por siempre y para siempre.

Gracias por todo.

-Te amo-

Pável.


2018-07-18

¿Qué somos además de la interacción de átomos?

¿Estoy hecho de mis pensamientos o de las sustancias que conforman mi cuerpo?

Me da la impresión de que cada vez sé menos de todo y menos de mí.

Aunque intento ser optimista, la tristeza es la sombra que sólo por momentos se separa de mí.

Mi cabeza está revuelta, mi corazón roto.

¿Soy quien mira? o ¿Soy lo que miro?

La realidad es tan extraordinariamente sorprendente y magnífica como putrefacta y maloliente.

Entre todo lo que he perdido se encuentra el miedo.

Quiero ser optimista y mirar lo que quiero ser, mirarme siendo yo. 

Aunque tal vez, sólo necesito dejar de huir.

Me envuelven la eternidad y el infinito, pero estoy lleno sólo de fugaces y efímeros pensamientos... de sustancias inertes.

Quiero llorar, o reír, o gritar o lo que sea que me pueda recordar que estoy vivo.

Me obsesiono con la muerte, aún cuando esta no es más que un simple pensamiento que al huir, deja atrás huesos y cartas sin enviar. ¿Cómo obsesionarme con la vida?

Me gustaría morir hoy para calmar esta rabia y enviar todo al olvido pero la espada de Damocles no hace nada más que no caer mientras yo me pudro en mis pensamientos.

No soy nada. Sólo soy millones de átomos y 3 pensamientos.

2018-05-13

¿CUANDO SE ACABARA EL MUNDO?

Cuando era niño, nació en mí una necesidad de desarrollar mi vida espiritual. No lo comprendía de esa manera, lo que interpretaba mi mente de entonces es que quería “saber la verdad”. Mis padres eran católicos y por lo tanto, yo también. Hago mención de esto porque en esos tiempos no comprendía la diferencia entre vida espiritual y vida religiosa. Empecé a ir a la iglesia, me hincaba frente a las representaciones de los santos y vírgenes. Hablaba con los sacerdotes durante la confesión, pero siempre tenía más dudas.

Me molestaba que el tema de mis dudas no tuviera una respuesta aterrizada a mi realidad pues siempre envolvían acciones incomprensibles de personajes de países en los que nunca he estado, durante épocas en los que yo no viví, con conceptos culturales que escapaban (escapan) de mi compresión. Además las palabras de los sacerdotes, curas o padres, que tuvieron a bien contestarme parecían hechas con atole frío y espeso. Era como si yo quisiera hablar de sumas y restas y me contestaran con transformadas de Laplace y en latín.

En ese entonces yo tenía unos 15 o 16 años, fue cuando conocí una asociación llamada Vida Nueva; unos “aleluyos”, cristianos, protestantes o como les quieran llamar. Me pareció fantástico que hubiera un grupo de personas que de verdad quisieran encontrar "la verdad" en la biblia. Cómo les dije, yo era católico, pero tanto me gustó lo que encontré que me "convertí". Me gustaba lo limpios y ordenados que lucían los cristianos, me gustaba que en la congregación se podía hablar de temas actuales, conocer gente como uno que sabía más de los temas que me interesaban.

Era tal mi ansia de desarrollar una vida espiritual que me uní a ellos. Existía un pastor cuyas palabras no eran espesas y sus mensajes muy interesantes. Su nombre era Armando Alducin (es una figura pública así que lo puedo citar). A veces hablaba de ADN y tecnología, era fantástico.

Bueno, lo era hasta que crecí y comprendí que ciertas cosas que me mencionaba no eran exactas. Me gusta la filosofía judeo-cristiana que adoptó el nuevo mundo, no me malinterpreten. No voy por la vida sugiriendo que la ciencia puede sustituir a la vida espiritual, podría ser para algunos, pero no para todos. No me gustan las religiones y no estoy en contra de ellas, de no ser por estas muchos de los avances de las culturas antiguas no habrían ocurrido, podría funcionar para algunos, pero no para todos. Estoy a favor de la tolerancia y la pluralidad. Es lo que promueve mi generación y estoy de acuerdo con ese mainstream. Por esto me incomodaba que las predicas del pastor que mencioné presumieran que la biblia incluye temas de biología, geografía, historia, física, química y un largo etcétera y que podía competir con un libro científico en cualquier momento y salir ganando. No. Eso no es cierto.

La biblia cuenta la historia de la salvación de los que se llaman cristianos y ya. No intenta educar en ciencia y no es compatible con ella y mucho menos, un sustituto. Hay referencias a algunas ciencias, necesarias para explicar ciertas situaciones o detallar los relatos, pero la biblia no es un libro científico. Por lo tanto no se puede predecir ningún fenómeno natural o social con ella, ni con ningún otro libro religioso, pseudocientífico o metafísico. Ni siquiera la psicología o la sociología es capaz de predecir eventos con un 100% de efectividad aun cuando siguen una metodología científica probada y aprobada, menos Madame Sassu.

La falta de respuesta a las preguntas más básicas del hombre consiente, ¿qué soy?, ¿De dónde vengo? y ¿a dónde voy? Pueden ser respondidas por las distintas filosofías y religiones existentes, aunque no estoy diciendo que las respuestas sean correctas o que no varíen de filosofía en filosofía, encontrar las respuestas que te satisfacen es un camino que debe ser caminado, valga pues mi redundancia. El tema es buscar y buscar hasta encontrar lo que calma nuestro corazón, en un ambiente de tolerancia y respeto, sin chingarte a nadie, sin joder a nadie.

Fue entonces cuando deje de asistir. No es que dejara de buscar, decidí creer que este camino de la búsqueda es permanente, pero deje de buscar en las religiones y deje de creer que “tal vez esta vez tengan razón con su predicción del fin del mundo”… porque no, así sean cristianos, judíos, musulmanes, católicos, luteranos, americanistas o de la religión del Herbalife.
La ciencia dice que el mundo se acabará en millones de años, cuando sea consumido por nuestro sol. La historia dice que el hombre ha enfrentado guerras, hambrunas y pandemias, saliendo siempre, para desgracia o fortuna del planeta, vivo.

Experimenten su existencia, busquen y encuentren, pero no vivan con temor, porque pase lo que pase, no existe otro lugar y tiempo que el hoy y el ahora.

2017-12-25

A ti

A veces fuiste el cielo en mi mirada. Caminaste por mis manos. Tus manos llevaban la bomba que en mi pecho no hacía más que mencionar las letras de tu nombre.

Te perdí en algún momento antes de encontrarme apareciendo en este mundo ya sin ti. Te busqué desde que pude comprender que me faltabas.

Estabas en los ojos orientales del te quiero. La urgencia de encontrarte me llenaba de angustia pero también alegría, una sensación insoluble, una solución transparente de dos sustancias improbables e inmiscibles. Te perdí.

Estabas en el cabello limpio del te cuido. Fui tan feliz viviendo junto a ti, jarrón celeste lleno de miel y almohadas. Estuve cuando tu pelo era negro y cuando se volvió grisáceo, te robé la vida, lo sé. Pero la perdí al perderte, las perdí a las dos. Me escapé.

Estabas en las axilas húmedas del te uso. Fuiste sangre y sal, claroscuros destellantes. Te bebí y olí, abreve tanta vida que puse lo que pude en los cajones de toda mi casa. Pero se acabó el capricho como se acaba un perfume caro. Me abandonaste.

Estabas en la boca rosa del te deseo. Se une el hueso con la plata en el centro de un volcán, unión improbable y exquisita. Los vapores galopantes de los pulmones rugían la eternidad que encontrábamos en la fugaz luz del éxtasis en nuestros labios. Nos separamos.

Estabas  en las manos suaves del te necesito. Cuando no queda más que optar por ese camino, ese que ha sido miles de veces recorrido, te queda una sensación pegajosa en las manos. Almizcle? No lo sé, pero si te busqué ahí fue por desesperado. Y te busqué ahí como el que traga el agua del mar con la intensión de calmar la sed. Bien sabemos que no hay más que muerte al final de ese camino.

Estabas ahí, eso creía, eso quería creer. Eso me obligué a creer. Pero no estabas, ni estuviste.

Me persigues en mi vida diurna, como haces en mis sueños: Súcubo de manos hermosas y ortografía perfecta, de particularidades innecesarias pero indispensables. En mi afán de encontrarte me arrastro a escoger un color diferente al azul porque quiero agradarte a toda costa... porque muero por morirme entre tus brazos.

Me he preguntado miles de veces. ¿Dónde estás? Más bien, te he preguntado mil veces ¿Dónde estás corazón?

Pero tú no respondes.

Te buscaré en el te amo.

Aunque hay que pensar que la Señora Esperanza tal vez ya murió o que quizás simplemente, mujer, tú nunca exististe y tal sólo eres, lo que siempre fuiste: el cielo en mi mirada.

2017-11-26

Cartas con control de cambios

(Aquí tu nombre):

Las cartas comunes suelen empezar con saludos y buenos deseos. Esta carta no, porque comienza con algo menos ordinario y mucho más bonito: tu nombre. Por lo anterior entremos ya en materia (aquí debes imaginar que me llevo el puño a la boca y toso en gesto de seriedad y elocuencia para luego comenzar a leer lo que abajo escribo).

Una de las cosas que me más me gustan en el mundo es escribir. ¿Por qué? Pues porque es la única forma en que podemos encapsular un instante. Las letras, en papel o en bits, son lo mismo: “patadas de ahogado contra el olvido”.

Quiero recordar el día de hoy.

No te escribo porque el olvido me aterre (No me sé el nombre de ninguno de mis 16 tatarabuelos y sin embargo, estoy aquí porque algo queda siempre) sino porque con el paso del tiempo uno suele olvidar, por vicio o perversión, los días bonitos (caigo en la cuenta que no puedo recordar cual ha sido el peor día de mi vida, por lo que puedo adivinar que no fue tan malo) y eso señorita, no es de dios (con minúscula). Dicen las abuelitas que es de bien nacidos ser agradecidos y esta carta es la manifestación de mi agradecimiento por la experiencia, repito como tartamudo, el día de hoy.

Me cuestionaste por agradecer tu presencia, pero ¿Por qué no agradecer que me ayudaras a manufacturar este día? Que dicho sea de paso, me ha costado 36 años (aunque opines que dicha afirmación es sólo una tarugada mía, amo que me contradigas) y una caminata por el centro de la ciudad.

Lo único que tenemos es hoy.

Hoy en particular, estuvimos los dos compartiendo por alrededor de siete horas (2 y 7). Hoy, te conocí un poco más, con un poco quiero decir un muy poquísimo. Descubrí detrás de tus lentes sucios (como siempre los traía yo cuando los usaba) unos ojos enormes que esquivaban mi mirada por alguna razón. Hoy advertí unas pecas regadas por tus manos blancas. Miré detenidamente por primera vez tu largo cuerpo mientras arreglabas ese trámite que hará llegar tu paquete de envío a no sé dónde. Hoy aprendí de tus recuerdos y me fascine del hecho que te pararas conmigo para salir del restaurante sin pagar (aunque finalmente pagamos). Hoy la dopamina corría por mis venas cuando te reías de mis estupideces y no hay mejor droga que esa. Hoy me hiciste hacer el bien aunque me invitaste al mal.

No importa en donde estés mañana, porque ya es mío el día de hoy.

El día de hoy se ha convertido finalmente en un campo semántico extraordinario, que agrupa por capricho los siguientes elementos: pasteles, elotes, paquetes de envío, carcajadas, sushi, lentes, choques de autos, pecas hermosas, ojos gigantes, tú y yo.

Hoy fue un día memorable, hoy es un día memorable y merece pues quedar encapsulado en forma de esta carta, que ahora es tuya y que como sabes comienza de una manera hermosa y extraordinaria: con tu nombre en mi memoria.

Gracias.

Pável

2017-09-05

Razones estúpidas para no suicidarse

La vida carece de sentido.
Yo lo sé, tú lo sabes.

Ambos hemos explorado la idea de acabar con esto. Ya estás harto o harta, como yo.

Pero antes, espera, tengo que contarte el sueño que tuve ayer.

Por alguna razón, yo podía viajar hacia adentro de mí, al menos eso pensé al principio. No me refiero a ese lugar raro que almacena nuestros pensamientos, esa masa de agua y cebo que llevamos dentro del cráneo y que nos permite comunicarnos. Ni tampoco al éter que llamamos alma. Me refiero a un lugar más mundano pero igualmente interesante y si estiras un poco tu imaginación, hasta más místico. 

Ese lugar diminuto donde viven las células es enorme si lo comparamos con los átomos y sus componentes. Lugares diminutos donde las leyes cambian y son afectadas por el observador pero no por la fuerza gravitatoria del planeta tierra. Allí estaba yo, en ese gigantesco vacío que hay entre un electrón y el centro de los átomos (no pude ir a donde los quarks o bosones de Higgins porque mis sueños están limitados por mi imaginación y entender que algo está conformado por cuerdas de probabilidades es algo que desgraciadamente se me escapa de las manos por culpa y gracia de la magnitud de mis capacidades). No había ningún otro ruido que el de un latido de corazón, muy lento y grave. Pum Pum.

Desde ahí, desde el gran vacío en el electrón de un átomo de carbono que -vivía- en la superficie de una plaqueta a punto de morir volé mientras crecía, por decirlo de alguna manera. De ser del tamaño, de un pensamiento me convertí en un ser de un tamaño "más normal", la gente a mi alrededor era común. Comencé a crecer y los rascacielos tenían mi estatura.

Seguí creciendo hacía el sol, cómo sólo observaba, mi tamaño, que ahora era tal que nuestra estrella vigilante me parecía una pelota, no afectaba la gravedad y por lo tanto el espacio tiempo parecía algo similar a lo que yo puedo observa ahora en la tierra. Por "un momento".

Mi cuerpo crecía y entonces, sólo entonces podía entender el profundo silencio. El sol que antes era del tamaño de una canica, ahora parecía un punto y yo podía nadar lejos de él. Trate de tomar la Galaxia de Andromeda con las manos pero se volvió tan pequeña que parecía haberse esfumado. Entendí que estaba dentro de un río y trate de ir hacía donde empezaba el flujo de estrellas. Mucha luz atravesaba mi cuerpo y era hermoso, frío y absolutamente silencioso. Sólo cuando una galaxia suficientemente grande pasaba junto a mi oreja podía escuchar una ligera efervescencia, como la que se escucha dentro de medio vaso de refresco de cola.

El río, o lo que yo pensé que era un río era larguísimo, no atinaba en darle alcance al nacimiento del mismo. No podía tampoco observar en donde terminaba.

Fue entonces, en la soledad de este increíblemente enorme río, que pude entender la razón de nuestra existencia. Somos la nada que se preguntó a sí misma su origen, la nada que un día exploto para crear este flujo expansivo. Somos un paquete de información, que cada vez se vuelve más complejo. La razón por la que la vida trato de reproducirse no fue otra sino la de tener tantos de nosotros que algunos pudieran continuar viviendo y explorando, creciendo y cambiando para poder entender que pasa en aquel lugar donde nace este río cósmico. Nosotros fuimos nada, fuimos caldo, barro, gusanos diminutos, criaturas pequeñas que buscaban comer a otras más pequeñas, fuimos todos los animales de la tierra y todas las formas de vida que existen y existieron, aquí y en lugares tan lejanos que la distancia es inimaginable. Nosotros somos la misma colonia rampante  de seres que buscan y encuentran, que matan y beben la sangre de los más pequeños (o más grandes); somos la conciencia y el entendimiento, somos información que tarde o temprano (no existe el tarde o temprano en el universo por cierto) se convertirá en lo que siempre hemos sido: nada.

Estamos aquí para desentrañar las ecuaciones que explican el origen del universo. Estamos aquí para después de millones de años (y seguramente trillones de fracasos) encontrar a aquel o aquellos que logren explicar lo basto de la existencia. Estamos aquí para llevar un mensaje al futuro: "!Lo logramos! Entendemos de principio a fin este caos llamado universo".

La gente pasa su vida buscando un propósito, pero éste no es otro que el mismo de siempre, el más sencillo: sobrevivir para aumentar ligeramente las probabilidades de que entre nosotros nazcan los que podrán entender. Tal vez aún somos, en materia de entendimiento, esos peces pulmonados que se arrastran afuera del agua para explorar el barro, creemos entender pero aún no sabemos nada. Necesitamos seguir, mientras nos dure la conciencia para aumentar las posibilidades de aquellos que podrán entender, de aquellos que dejaran de ser un pez y serán un ente erguido y sabio.

La vida carece de sentido (Porque somos peces aún).
Yo lo sé, tú lo sabes.

Ambos hemos explorado la idea de acabar con esto. Ya estás harto o harta, como yo... pero debemos seguir para que un día alguien después de nosotros entienda. A nosotros los tristes, por suerte, sólo nos toca lidiar con la falta de respuestas unos 75 de los millones de años que han sido necesario. Vamos, sé cuan fastidioso esto de vivir a veces es, pero carajo, llevar la información al futuro sólo nos tomará 75 años.

2017-08-27

Léase entre sombras y olores a jazmines mientras escucha a Love of Lesbian:

Aquí.
Hoy.

Estoy justo aquí. Este lugar es aquel al que he llegado por culpa y gracia de mis recuerdos.

Tú, y tu tutú, son ahora uno más. Eres pues, tú, consecuencia y causa de mi yo por esta tierra insensata. Tierra que escupe la misma vida que luego traga para que al final, no haya razón para nacer de nuevo. Y sin embargo, aquí estás, para ser, ya dije, mi recuerdo, mi causa y consecuencia.

Llegó el 2015 y fue malo. Llegó el 2016 para ser el peor. Y llegaste tú (y tu tutú) y pensé que podrías ser mejor... pero no. Eres pues el año de hoy.

Pero ya eres mía.

Porque eres un recuerdo. De esos que ya no te quieren abandonar y se abrazan a las nubes que ves cuando sueñas.

Cierra los ojos, cruza los brazos y bosteza! Ahora mírame! Ahora juega con los sueños porque sí! Y juega a que se vuelven tristeza que te abrazan para volver más rojo el atardecer. Mira hacía otro lado, enamórate de algo mejor. Y déjame aquí esperando que ya sea hoy la semana que viene. Y ahora yo tropiezo con el juego del amor que lleva la melancolía del blanco de tu tan joven y deseada piel. Ahora eres mía. Pero ya no estás.

Y ruego al cielo, que exista y que me escuche, para que pueda escuchar mi oración, que reza, aunque sin rima, así: "¡Qué la tristeza que cubre su corazón la abandone para siempre aunque sea a costa de que se abrace a mi corazón! A cambio te doy este profundo amor que quiere quererla querer"

Y si esta dulce tristeza, que no agoniza y me envuelve ahora, ¡Qué sea porque de verdad el cielo existe y logró escuchar!

Pero ya eres mía.

Soledad.

Pero ya eres mía.

Compañía.

Pero ya eres mía.

       Cuando esta vez, cariño.
          Ni siquiera fuiste la mitad,
            de lo que podías haber sido,
               si fueras un -tú y yo-. Ana.