Y es aquí donde nuestras tonta manía humana de contarlo todo arriva.
Yo no quiero aburrirlos con el recuento de los daños en este año, prefiero contarles la vida de Petit en este 2006.
He aquí lo sucedido a grandes rasgos en el año pasado en la vida de Petit... un simple resumén de su recorrido...
La vida de Petit en el 2006
Empezó su año creyendo que pasaría el resto de su corta existencia al lado del frío calor que emanaban el lirio. En contra de cualquier expectativa el lirio partió. La soledad en el estanque consumió los pedazos rotos del corazón del muchacho.
Creyó locamente que su vida era la vida en el estanque, aquel habitado por los lirios. Pero descubrió que el camino apenas empezaba, y que el agua del estanque era solamente agua de bautizo. Se bautiza sólo una vez, y para siempre.
Ha pasado los meses buscando destino. No sabe donde está ni cuando lo encontrará, ahora sólo sabe que no se encuentra en el estanque dejado atrás, ni en ningún otro estanque.
El agua estancada se pudrió entre sus dedos, no hubo reencarnación, ni reemplazo, ni resucitación, el lirio murió. A veces extraña su rutina, como extrañaron los hebreos su esclavitud al salir al desierto. Y al igual que los hebreos, encontrará el destino luego de ser peregrino en el desierto. Ahora no tiene miedo, el Cielo lo mirá quieto desde arriba.
Ahora piensa en buscar ríos y bañarse en ellos, sabe que sólo así se vive plenamente, porque nadie se baña dos veces en el mismo río, porque el río vive.
Ahora quiere que su vida sea como el río, ya lo ha aprendido, así que quiere gozar de la frescura de cada gota que bañe su cuerpo, le dirá hola a todas, les dirá adiós y la recordará siempre. El agua lleva peces con aletas afiladas, los cuales cortarán su piel, hay piedras, que sin duda golperán sus espinillas. Pero ahora no teme, porque sabe que tanto las frescas gotas de agua como los elementos que lastiman, pasan en el río. Pasan y no regresan.
No tiene miedo, sabe que el Cielo estará sobre su cabeza siempre, mientras dure la fugacidad de los amores infinitos.
Se enamoró de un ser enorme, grande, misterioso, y dinámicamente contradictorio, del Cielo, el cual no tiene edad, el cual es eterno. Qué vive, y al cual sólo aquellos con los ojos bien abiertos han caído enamorados, el resto de los mortales no mira hacía arriba, lo ven a diario y lo creen típico. El cielo no es típico. A veces el Cielo se cree típico, y se entristece pues creé que sólo trae tempestades, lluvías y aguaceros; a veces olvida que trae también, y con más frecuencia, días llenos de luz, de brisas frescas que bañan de pasión y vida a aquellos sobre los cuales se posa.
El Cielo es único y acampañara al Cielo siempre, a través de sus enseñanzas y a través de su sangre que ahora borbotea en sus venas.
Petit aprendió que su vida común y corriente, es más común y corriente de lo que creía, pero es única!.
Sabe que la gloría pertenece a aquellos que corren hacía el centro del estadio y llenan el rostro de sudor, de sangre, de tierra y lagrimas. Sabe que la gloria no pertenece a esas mentes mediocres que desde las plateas señalan con el dedo y gritan como deberían de haberse hecho las cosas.
La vida corre en la sangre de aquellos que disfrutan de cada sensación, del llanto y el dolor, de la dicha y la alegría. Descubrió que su vida está en su cabeza, y que los sueños son los únicos catalizadores de la vida plena.
Petit conoció una forma de vomitar lo que siempre había guardado en su corazón, durante unos pocos meses, sobre un cristal multicolor que lo lleva a un mundo que no existe, lo ha hecho así donde ha conocido humanos sin cuerpo, otras mentes deseosas de vomitar lo que guardan sus corazones, otrás almas que muestran sus pensamientos a través de las puntas de sus dedos.
Cada vez Petit está más cerca del siguiente escalón, cada vez más se encuentra un poco más a sí mismo, su corazón ha sanado con ayuda del Cielo.
Petit ya no tiene miedo de sentir miedo. Petit es feliz de temer al dolor, porque sabe que duele, pero es féliz porque sabe que puede reponerse.
Dios ha puesto sus ojos sobre Petit, y esperará paciente el día en que llegue por fin a sus brazos.
Petit dice: Adiós Señor 2006, no olvidaré el estanque jamás, no olvidaré el llanto, no olvidaré el dolor solitario, ni el vacío frío de las horas negras, porque es mejor vivir recordando que el que olvida su pasado está condenado a repetir su historia.
Qué duerman sus recuerdos... pero que nunca mueran...
Adiós y hasta nunca.