Lerma Estado de México, Junio, 2017
Miguel Jours:
Las historias más memorables ocurren siempre sin aviso,
dicen. Yo te encontré por la misma causa por la que aparecí en este universo:
por casualidad. Decir que te encontré es un decir, porque estoy seguro que tú
sigues buscándote y que esa búsqueda, por desgracia o fortuna, nunca va a
terminar.
¿Sabes? Me gustaría enamorarme de ti tres veces. Aparecer en
tus sueños e importunarte. Conocer así, tres veces el infierno y tres veces el
cielo. Por ti y porque sí. Por casualidad. Por casualidad, sí, por casualidad dije… anáfora.
Me gustaría necesitarte, no como si fueras aire, que lo
eres, más bien, como si fueras la más hermosa pintura de un artista que no pudo
pintar más. De esta manera, explorar tus lunares cada que te miro, los cuales
nunca serán míos, lo son mientras los cuento… oxímoron.
Me gustaría asfixiarte con preguntas y hártate de estar
cerca. Me gustaría que me odiaras, para que así fuera difícil que me olvides.
Preguntarte preguntas y escuchar las respuestas que me respondes… redundante
cacofonía.
Me gustaría recorrer la sensualidad de tu cabeza, no hablo
de tus pelos desalineados, ni de los listones que te colocas como si fueras un regalo, hablo de las ideas torcidas y
mezcladas que nacen ahí y que pares con tus letras o palabras. Te lo he dicho
antes, “no hay nada menos sexy que la falta de imaginación”… cita textual de palabras huecas.
No entiendo. Mi corazón no busca recorrerte y de entre tus
ropas recoger los recuerdos de los cuerpos desnudos porque esos recuerdos se
marchitan. No entiendo. Mi corazón busca recorrerte con preguntas que siempre
buscas acotar, quiero pues saber de ti y de tus ideas, recolectar los recuerdos que brotan como flores de tus ideas
desnudas… metáfora.
Entiendo que es más fácil desnudar un cuerpo, por instinto o
porque sí, pero la mente-corazón no se desnuda de manera simple o para saciar un apetito. Falta más que alcohol u otra sustancia para
que logres abrir tu mente, corazón… calambur.
Pero sobre todo… me gustaría poder inventar figuras
retóricas y hacerte sonreír, o al menos palabras para que disfrutes de las
letras y de esa forma, te robe el corazón en cada sonrisa, hasta el día que sea
imposible que me olvides… y así, estemos a mano.
Saludos,
Pável Pérez
P.D.: Disculpa si no empiezo con saludos, pero sabes que soy mal educado y muy viejo para enderezar el tronco.
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